FIRMAMENTO SILENCIOSO

 

 FIRMAMENTO SILENCIOSO

 

A veces cada vez que me acuesto en las noches, veo a través de lo que a mi parecer es una especie de ventana los rayos que por unos instantes iluminan la ciudad, pero hay ocasiones que cuando espero que se escuchen, no lo hacen, se quedan allí en algún punto de la ciudad, como atrapados sin poder liberarse y los únicos testigos de semejante belleza son aquellos que supieron ver al cielo o los que vieron la luz reflejada en las paredes de sus habitaciones. 

Una noche como esta conocí a la persona más especial en mi vida, lo miré en una parada del tren sentado en una de las bancas, apretando contra su pecho el libro de "El coronel no tiene quien le escriba", se encontraba viendo hacia el firmamento para saber si existía la posibilidad de que escampara pronto en la ciudad, pero él solo podía ver los rayos y el aguacero. 

Llegué a la banca, me senté al extremo de esta sin saludar y enseguida él se percató de mi ropa y cabello mojado debido a la fuerte lluvia, entonces quiso romper el hielo y me preguntó si quería su abrigo, pero le respondí con un "no" algo seco y agradeciéndole. Los siguientes minutos en la estación los pasamos en silencio, quizás fue poco o mucho tiempo, mas yo me sentía tan a gusto por el sonido de las gotas de agua y por la presencia de aquel caballero, aunque con algo de frio, que no quise ver la hora en mi reloj. Me acuerdo bastante bien de que por momentos nos mirábamos discretamente que casi que se podía decir que éramos como rayos silenciosos. En esa noche en la estación solo podía pensar que quería conocer a aquel caballero, entonces le miré para hablarle, y justo él me dedicó su mirada y nuestras voces se unieron, sin embargo al instante se manifestó un fuerte trueno cerca de la estación que hizo que no entendiéramos lo que nos habíamos dicho, así que soltamos una especie de risa por lo que había ocurrido y acto seguido conversamos toda la noche entre la lluvia, como si no hubiera un mañana. Ese fue el comienzo de nuestra historia.

A menudo me siento nostálgica y en ocasiones mis sueños se sienten como viajes en el tiempo. De hecho cuando se me permite, algunos días voy a visitarlo a lo que queda de él y aunque no pueda responderme o mirarme, imagino su voz. Y siempre cada que veo los rayos silenciosos desde mi habitación no puedo evitar pensar que somos nosotros aquella noche de noviembre.